Autor: Jaime Laventman

 

Cuando Napoleón Bonaparte lleva a cabo su campaña en Egipto y Siria, a finales del siglo XVIII, encuentra vestigios de canales, que intentaban de alguna manera comunicar al Mar Mediterráneo, con el Mar Rojo, y de esa manera facilitar a los buques, la navegación entre Europa y los países arábigos, la India y naturalmente el lejano país de China.

Conocedores de la zona geográfica, reconocían la necesidad de un canal, que evitaría a los barcos, navegar unos 8000 kilómetros de más, al tener que usar la única ruta conocida en aquél entonces, rodeando la parte occidental de África, dando la vuelta en el siempre peligroso Cabo de la Buena Esperanza, y su entrada eventual al mar índico.

Bonaparte, se da cuenta además del valor estratégico que semejante canal podría tener, y propone que sea construido, comunicando a la Mare Nostrum, con el legendario mar rojo. Sin embargo, los ingenieros y topógrafos de esa época, le señalan la necesidad de construir esclusas, arguyendo, que la diferencia entre ambos mares, superaba los 8 metros, algo que, si fuera cierto, exigiría de un costo demasiado excesivo; por ende, ante esta supuesta realidad, el canal no se construyó.

Desde la época faraónica, se habían llevado a cabo varios intentos, algunos exitosos parcialmente, otros no, para construir un canal en esa zona, que facilitara la navegación.

La lógica indicaba, qué de ser construido, reduciría, tiempos, costos, y más importante aún, peligros que esta probable ruta no tendría. El mundo tuvo que esperar 50 años, para que el proyecto finalmente arrancara, el 10 de abril de 1859, encargadas las excavaciones por Mehmet Said, a su buen amigo, el francés e ingeniero Ferdinand de Lesseps. La construcción del mismo, requirió de enormes sacrificios. Decenas de miles de campesinos de Egipto, fueron contratados, desde todas las regiones del país. En un principio, sin la maquinaria adecuada, todo se llevaba a cabo a mano, en un clima extremadamente voluble. Las estimaciones, nos hablan de cerca de decenas de miles de trabajadores fallecidos, durante los 10 años que tomó la conclusión de la obra. Finalmente, con la introducción de dragas de cangilones, las obras se apresuraron de forma importante.

El canal, se inauguró en 1869, para ser precisos el 17 de noviembre, en presencia de la emperatriz francesa, Eugenia de Montijo. Se excavaron, 75 millones de metros cúbicos detierra en ese período. Años después, el Pachá de Egipto, abrumado por la deuda externa del país, puso a la venta parte de sus acciones del canal. Y, en un giro histórico, el primer ministro de la Gran Bretaña, Benjamín Disraeli, convenció a la Reina Victoria de la necesidad de comprar las susodichas acciones, para tomar el control sobre la ruta hacia la India Británica, la colonia más rica del imperio. Se cuenta, que la cantidad desembolsada era tan grande, que el gobierno se vio imposibilitado de cubrirla, y solo fue cuando la Casa Banquera de los Rothschild, prestó la suma, concretándose esta transacción, con un apretón de manos, y la confianza puesta por el banco, en el gobierno inglés para eventualmente pagarles la deuda. Ahora, Egipto había cedido las acciones, Francia construyó el canal, pero fue Inglaterra la más beneficiada, al adquirir los derechos de su administración, que duraría hasta mediados del siglo XX.

La Convención de Constantinopla de 1888, declaró a la zona como neutral, bajo la protección británica, y por lo mismo el gran imperio otomano, accedió a permitir la navegación internacional, de manera libre por el canal, ya fuera en tiempos de paz o de guerra. El canal ha cumplido con todas las expectativas puestas en el mismo, e incluso ha sido ampliado. En julio de 1956, el entonces presidente de Egipto, Gamal Abdel Nasser, decide nacionalizar el canal, con el objetivo de poder eventualmente financiar la presa de Asuán. Debido a acciones de guerra entre Egipto e Israel, Francia e Inglaterra, el canal ha sufrido cierres por tiempos prolongados, y bloqueos al hundir naves en el mismo, que finalmente han sido resueltos.

Este canal, impactó al mundo. Acortó las distancias entre Europa y los países al oriente, disminuyó los costos, y evitó los peligros de circundar la porción austral del continente africano. La longitud del mismo, entre Puerto Said y Suez, es de 193 kilómetros. Ha sido el paso esencial, para abastecer de petróleo a Europa, y cambió para siempre la geografía, dividiendo al continente asiático del africano, por medio de esta magna obra. Para darles una idea de su importancia, en el año 2020, lo atravesaron 18 500 barcos, con un promedio de 51 de ellos por día. El segundo, más ambicioso proyecto para facilitar la navegación, contemplaba unir en algún punto, a los Océanos Pacífico y Atlántico. Fernando de Lesseps, una vez más en nombre de Francia, fue el encargado de llevar a cabo esta magna obra.

Esta vez, las musas estuvieron en su contra, y tras varios problemas, no solo quedó descreditado por el intento, sino que hundió a Francia en un caos económico. Las dificultades para llevar a cabo una obra de esta envergadura, en el sitio más estrecho de América, eran muchas. Panamá, representaba este punto estratégico, y el mundo lo sabía. Sin embargo, pocos países en el mundo, poseían la capacidad de Ingeniería y poder económico, para llevar a cabo semejante proyecto. Se requería, que este canal funcionara por medio de varias esclusas, que elevaban los barcos hasta el Lago Gatún, a 27.5 metros sobre el nivel del mar, para después descenderlos hasta el nivel requerido en el lado pacífico o atlántico. La alternativa, era navegar hacia el extremo austral, y cruzar de un mar a otro, a través de los peligrosos estrechos de Magallanes o Cabo de Hornos, independientemente de la pérdida de tiempo, y el caos económico que esto significaba.

Este canal, tiene una longitud de solamente 82 a 83 kilómetros, y cruzarlo con un buque de buena envergadura, toma entre 8 y 10 horas, ahorrando a su tripulación y dueños, enormes cantidades de dinero, combustible, y los peligros que navegar al sur del continente representa. El comercio entre China, Japón y Corea, con Europa, América e incluso África, creció de manera exponencial, convirtiendo al extenso mundo en que vivimos, en uno aparentemente más pequeño, por obra de la ingeniería moderna. Todo esto, representó serios problemas que se fueron resolviendo poco a poco. Primer lugar, Panamá no era un país independiente, ya que formaba parte de Colombia. Sin entrar en mayores detalles el 3 de noviembre de 1903, con el apoyo estadounidense, se llevó a cabo la separación. Bajo el mando del presidente norteamericano, Theodor Roosevelt, se inició la construcción, para ser formalmente inaugurado este importante canal, el 15 de agosto de 1914.

Desde el escritorio de la Editora

Rosalynda Cohen

Entre las efemérides de esta quincena está el Día Internacional de la Tolerancia el 16 de noviembre. Ese día es una oportunidad para la reflexión y el análisis de los problemas de intolerancia locales y mundiales. La tolerancia no es un fin, sino un
medio. La tolerancia es más que la indiferencia y la aceptación pasiva del otro, es la actitud que se define por el respeto a las diferencias, sobre todo aquello que no coincida con nuestras opiniones, ideas, formas de pensar ó actuar; es saber apreciar la riqueza y variedad de las culturas del mundo, al igual que las distintas formas de expresión de los seres humanos.

EDITORIAL DEL 15 DE NOVIEMBRE

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