Jaime Laventman

El mundo ha ido evolucionando. Es importante reconocer, que un sinnúmero de naciones, ya existían desde tiempo inmemoriales.

En los últimos dos milenios, hemos visto grandes imperios nacer, y a su vez, desaparecer del mapamundi. Se establecen también nuevas naciones, mientras otras, simplemente se esfuman. El mapa geográfico del planeta, en su composición de países que lo conforman, ha ido cambiando, y me temo, seguirá haciéndolo. En parte, como consecuencia de guerras con vecinos, invasiones de otros gobiernos, aun estando distantes de las fronteras propias de cada uno. Países que se dividen, y de uno, pueden nacer varios, como ocurriera con la recién desaparecida Yugoslavia hace unas cuantas décadas. Al disolverse, por ejemplo, la URSS, cada república se volvió independiente, y de un gran país, nacen muchos de diversos tamaños y población. El mapa, de África, ha cambiado en los países que lo conforman, más que ningún otro continente. Y si algo ha aprendido el ser humano, a través de siglos de existencia, es que la convivencia, entre los hombres y las naciones, siempre ha estado en una pausa, que impide la fraternidad entre los que componen la llamada humanidad. Tras la Primera Guerra Mundial, se intentó por primera vez, unir a las naciones del mundo, en una llamada “Liga de naciones”, cuya existencia fue efímera y casi fugaz. Se trató, a través, de la misma, de evitar una segunda conflagración, y como sabemos, esto resultó en un absoluto fracaso. Y vino el final de esa terrible guerra mundial. Corría el año de 1945. Con mayor énfasis por parte de los gobernantes del mundo, se volvió a sugerir, la formación de una nueva organización que uniera, a todos los países, y donde la cooperación resultara en beneficio, no de uno, sino de todos. Y este, sueño guajiro, finalmente nació, el 24 de octubre de 1945, cuando en la ciudad de NY, surgió la Organización de las Naciones Unidas, mejor conocida como la ONU. Y esta acción, verdaderamente impacto al mundo. El sueño, al parecer irrealizable, se convirtió en una realidad. No se logró por mucho, la perfección deseada, pero ahora a cerca de 80 años de su fundación, la misma sigue válida y vigente.


La ONU, se financia por las contribuciones de tipo voluntario, de cada estado miembro. Los principales órganos de las Naciones
Unidas son: La Asamblea General, el Consejo de Seguridad, El Consejo Económico y Social, La Secretaría General, el Consejo de administración Fiduciaria y la Corte Internacional de Justicia. Y, como un dato de interés, los idiomas oficiales de la ONU con seis: árabe, chino mandarín, español, francés, inglés y ruso. En el año de 1948, se proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y este, es considerado como, uno de los grandes logros de la ONU. Con cerca de 80 años, se puede recapacitar sobre el éxito o no, de semejante organización. Debemos tomar en cuenta los logros, y reconocer algunos de los grandes fracasos, de la misma. Siendo muy objetivos, no hemos tenido una guerra mundial, a partir de 1945, año de la fundación de la ONU. De los 51 países, que originalmente firmaron el acta original, ahora, la organización está compuesta por más de 190 de ellos. La ONU, ha otorgado su voto, a varios de ellos, que no existían previamente. Existe, desde un inicio, sobre todo en el Consejo de Seguridad, la opción de veto, para cinco países, a saber, China, Los Estados Unidos de Norteamérica, Francia, Inglaterra y Rusia. Este veto, puede ser visto como algo positivo o negativo. En la actualidad, cuando se requieren de 2/3 partes de ciertos votos, para tomar decisiones, la balanza se puede inclinar a favor de ciertos países, que, como un conglomerado, forman una aparente mayoría. De no ser por el veto de alguno de los cinco países mencionados, las decisiones podrían recaer en la mayoría, que no representa esencialmente en número, a la
población del mundo.

 

Desde el escritorio de la Editora

Rosalynda Cohen

Entre las efemérides de esta quincena está el Día Internacional de la Tolerancia el 16 de noviembre. Ese día es una oportunidad para la reflexión y el análisis de los problemas de intolerancia locales y mundiales. La tolerancia no es un fin, sino un
medio. La tolerancia es más que la indiferencia y la aceptación pasiva del otro, es la actitud que se define por el respeto a las diferencias, sobre todo aquello que no coincida con nuestras opiniones, ideas, formas de pensar ó actuar; es saber apreciar la riqueza y variedad de las culturas del mundo, al igual que las distintas formas de expresión de los seres humanos.

EDITORIAL DEL 15 DE NOVIEMBRE

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