Autor: Eli Suli

 

Esta es la increíble historia de la espectacular huida del Líbano a Israel, la cual es digna de una película de Hollywood, en el que unos audaces jóvenes judíos, Yack y Albert, decidieron escapar en 1973 de Aleppo, Siria, hacia Israel. Para eso, se habían contactado con alguien, quien los trasladaría de Siria al Líbano. Eran como como la 1pm, cuando Jack de 21 años se despidió de sus padres. Ya le habían avisado que los iba a estar esperando un taxi cerca de su casa. Entonces partieron juntos, Jack, su amigo Albert de 22 años, y Gina, la hermana de Albert, de solo 14 años, que, aunque en un principio no estaba en el plan de escape, no obstante, al final se les unió a ellos. De esa manera continuaron dos horas y media de camino, hasta que llegaron a la frontera con Líbano. A Jack y a Albert les habían dado una identificación armenia con nombre cristiano, sin embargo, como Gina era menor de edad, la detuvieron en la frontera y se la llevaron para interrogarla. En el momento en que la niña era llevada, le dijo a su hermano: “si ya no regreso, no se preocupen por mí, ustedes sigan, no me esperen”. Pero gracias a DI-s, luego de un rato, liberaron a la niña, por lo que, regresaron al auto para cruzar la frontera, y partir rumbo a Beirut. Luego de unas horas de camino llegaron a Beirut, y los dejaron junto a la sinagoga Maguen Abraham, donde el Jajam Shajud Shrem junto con la gente de la sinagoga les dieron la bienvenida. Por cuanto que el joven Jack tenía una señora conocida de su familia, Rajel, que vivía frente a la sinagoga, allí se hospedó, mientras esperaba el momento para irse a Israel. Entretanto, su amigo Albert con su hermana Gina, se hospedaron en la casa de otro familiar. Estando en Beirut, iban a diario a rezar a la Sinagoga. Como el Rabino Shrem era amigo de su padre, Jack tuvo la confianza de preguntarle cuando se podrían ir a Israel. Entonces el rabino le respondió a Jack que no se preocupara, y que en su momento le avisaría cuando todo estuviera listo. Luego de un mes, un sábado en la noche, el rabino Shrem le informó a Jack que esa misma noche iban a salir. Entonces le dijo; “Tú vas a llevar contigo a un grupo de siete personas, y van a esperar en la parada de autobús que está frente a la sinagoga. También tienes que llevar contigo este periódico y lo tomas con las dos manos como si fuera que lo estas leyendo, y cuando veas a una persona pasar junto a ti con el mismo periódico tuyo, lo van a seguir, pero no pueden hablar absolutamente nada con él, tampoco pueden preguntarle a dónde vamos, y todo lo que él les diga deben de hacer y seguirlo”. Así lo hicieron, y fueron a esperar en la estación de autobús, hasta que pasó alguien con el mismo periódico que él tenía en su mano. Por lo que, de acuerdo con la indicación del rabino, empezaron a seguirlo, sin dirigir una sola palabra con él. Así caminaron unos quince minutos detrás de él, hasta que llegaron a una oscura calle, donde dos automóviles los esperaban. Ahí el grupo se dividió. Cinco jóvenes subieron a un coche y otros cinco lo hicieron a otro automóvil. Los autos entonces arrancaron y estuvieron dando vueltas. Ellos no sabían a dónde iban, ya que la instrucción era que no podían preguntar ni hablar con nadie. Luego de veinticinco minutos se detuvieron y les dijeron que se bajaran, para continuar caminando detrás de esa persona, hasta encontrar a otros dos automóviles que los estaban esperando. Sin hablar una sola palabra, los jóvenes subieron a los autos para dirigirse hacia otro rumbo, durante otros treinta minutos, hasta que llegaron a una playa. Una vez que los bajaron de los automóviles, les abrieron la puerta de una bodega, y los hicieron descender por una escalera hasta un sótano, donde se encontraron con otras personas que estaban en la misma situación, y allí se quedaron encerrados. Al cabo de diez minutos, llegaron otras personas que les entregaron unas pastillas, y les dijeron que todos debían de tomar dos de esas capsulas, mientras eran observados para asegurarse de que ingirieran pastillas. Jack dijo en ese momento: “¿quién sabe si nos quieren matar o drogar con estas pastillas? pero no teníamos otra opción y estábamos obligados a tomar dos de esas capsulas cada uno”. Luego los volvieron a encerrar. Pasaron otros 45 minutos, y otro hombre que nunca habían visto antes, les abrió la puerta, y les dijo que debían de seguirlo. Entonces comenzaron a caminar en grupos por la orilla del mar, hasta que aparecieron unos botes de pescadores, y fueron obligados a subir a los botes, y a acostarse uno encima del otro. Jack dijo “gracias a D-os que me tocó estar hasta arriba”. Los botes navegaron como diez minutos, mientras ellos pensaban, “¿a dónde nos están llevando, quizás querrán tirarnos al mar?…. Entonces vieron al señor que los dirigía, que alumbraba con una potente linterna haciendo señas hacia el cielo. Ellos estaban seguros de que esas señas eran para que vengan a arrestarlos, y dijeron: “¿qué podemos hacer? ya estamos jugados y no tenemos otra escapatoria”. Pero luego de cinco minutos vieron unos aviones dando vuelta, mientras el misterioso señor hacia señas con la linterna. Ahí verdaderamente sintieron que habían sido descubiertos, y ya estaban perdidos… Pero siguieron navegando con los botes durante otros veinte minutos, impregnados con un olor que apestaba a pescado. Cuando de repente se detienen los botes en el mar. Entonces ven que junto a ellos emerge del mar un enorme submarino, y cuando abren la escotilla, salen de ahí unas veinte personas y los agarran a cada uno de ellos para meterlos dentro del submarino. Y en sólo cinco minutos, las 40 personas ya se encontraban dentro del submarino. En ese momento, apareció el capitán con una lista con 41 personas, pero al contarlos se dieron cuenta que solo eran 40. Entonces oyeron que el capitán estaba hablando con el Rabino Sherem, y le decía que en la lista figuraban 41 pero ahí sólo había 40 personas. El Rabino le contestó que no había ningún problema, ya que uno de ellos se había quedado en la sinagoga en Beirut, y que todo estaba perfecto. Cuando los jóvenes entraron al submarino, se encontraron con una mesa servida con todo tipo de comidas, bebidas y postres, que habían sido servidos especialmente para ellos. No podían creer lo que veían, pero en ese momento ¿quién tenía ganas de comer? estaban tan cansados que no querían comer, incluso hasta varios estaban vomitando (para eso les habían dado las pastillas para el mareo). Mientras, dentro del submarino, los soldados de Israel les cantaban y aplaudían. Fue un momento increíble. Luego de diez minutos, salió del camarote el capitán del submarino y les dijo: “BERUJIM HABAIM”, ¡¡bienvenidos todos!! No se preocupen, a las seis de la mañana llegaremos al puerto de Haifa. Cuando en la mañana llegó el submarino a Haifa y bajaron, ahí los estaba esperando Moshe Dayan, quien saludó a uno por uno y recibió a todos. Mientras, unos autobuses los estaban esperando para trasladaron hacia el aeropuerto de Lod. Una vez en el aeropuerto, los llevaron a una oficina y les entregaron un documento de entrada a Israel, como si fuera que recién acababan de llegar por avión. También les dieron los papeles como “Ole Jadash”. De ahí los llevaron a una casa y comenzaron a interrogarlos durante seis horas. ¿Cómo viven los judíos en Siria? ¿En qué lugares se encuentran?, etc….. Mientras los interrogaban, les pusieron una mesa con todo tipo de comidas israelíes, Shawarma, falafel, etc. Luego los trasladaron a otro sitio, donde fueron alojados. Al día siguiente, empezaron a enseñarle hebreo, y de esa manera, gracias a Dios, todos comenzaron una nueva vida en Eretz Israel. Lo increíble es que, todas esas misteriosas personas que estaban en el Líbano, eran agentes del Mossad, trabajando para Israel.

Como conto Jack: “Todo este increíble suceso se logró gracias a Hashem y a la gente del Mossad de Israel. Pero nunca lo habíamos contado, ya que no teníamos autorización para hacerlo, y recién se empezó a saber hace algunos años”.

El Todopoderoso hizo un “Jesed”, favor con el pueblo de Israel, al esparcirnos entre las naciones hasta que llegue la redención, y al hacernos gastar tantos zapatos en tantas geografías e idiosincrasias distintas, porque el pueblo judío tenía que liberar las chispas de su santidad que hay en cada latitud y latitud. Es por eso por lo que, lugares como Siria y Líbano, en donde hace 80 años residían miles de judíos, hoy ya no queda nadie. Como escribió el rey David en los Salmos: “VAITALEJU MIGOY EL GOY, MIMAMLAJA EL AM AJER” “Y fueron de nación en nación, y de un reino a otro pueblo” (TEHILIM 105:13)

“El pueblo judío fue peregrinando de nación en nación, y fuimos a otras latitudes, hacia otros continentes, y hacia otras culturas, a proclamar el nombre de Dios y de su Tora”.

Desde el escritorio de la Editora

 Rosalynda Cohen

En 1958 durante el Congreso de la Organizacion Mundial de Periodistas llevado a cabo en Bucarest, Rumania se estableció el 8 de septiembre como el Día Internacional del Periodista, en honor y conmemoración de Julius Fucik, escritor y periodista checoslovaco, ejecutado por los nazis en 1943.

EDITORIAL DEL 1° DE SEPTIEMBRE

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