Autor: Enrique Medresh

 

Rosh Hashaná es el inicio de un nuevo año y, a diferencia de otros grupos humanos, se festeja el comienzo del año y no su terminación. Rosh Hashaná es una combinación de solemnidad y optimismo, lo que nos invita a reconciliar emociones encontradas; por un lado, es el Día del Juicio y, por el otro, una celebración. Rosh Hashaná se caracteriza por ser un tiempo de reflexión sobre lo que nos ha acontecido y nuestro actuar en el año que terminó, es decir, debemos ver hacia el pasado, pero siempre con miras al futuro.
Al recordar que en Rosh Hashaná fue concebido el mundo, y que somos Socios de Di-s en la Creación, tenemos la oportunidad de recrear, renacer y volver a empezar. Asimismo, el inicio del año nos permite volver a empezar y asumir nuestras responsabilidades. Esto es similar a lo que sucede cuando un niño celebra su bar mitzvá y en consecuencia su padre dice una berajá (bendición) frente a la congregación, agradeciendo a Di_s por liberarlo de la responsabilidad por las acciones de su hijo, ya que a partir de ese momento éste aprenderá a hacerse responsable por sus acciones.
REGRESANDO AL ORIGEN De acuerdo con nuestros Sabios, en Rosh Hashaná el Hombre y todo el resto de la Creación son juzgados por El Todopoderoso, decidiéndose cuál será su futuro para el año que empieza. Este concepto es expresado en la liturgia del rezo de Mussaf de Rosh Hashaná como – “…Quién vivirá y quién morirá… quién empobrecerá y quién enriquecerá…”.
Sin embargo, la noción de Rosh Hashaná como Día del Juicio es difícil de entender por dos motivos: a) no hay ningún indicio en el Jumash (Pentateuco) de que este día es el inicio del año ni de que se realiza un juicio en los Cielos; este día es presentado únicamente como Yom Teruá -el día de hacer sonar el Shofar – (Bamidbar 29:2 y Vayikrá 23:24). b) si lo que se desea es inspeccionar las acciones de la persona a fin de determinar que merece para el nuevo año, ¿acaso no debería realizarse esta auditoría al final del año que concluye y no el primer día del nuevo año? Sin embargo, sorprendentemente, el hecho que este día sea considerado el Día del Juicio y el Inicio del año es deducido por los Sabios solo después de analizar un versículo de los Salmos (Tehilim 81:4) y el Talmud proponiendo “¡Si éste es el Día del Juicio, debe de ser que es Rosh Hashaná”! (Talmud Bablí Rosh Hashaná 8a-b).
Primeramente, tenemos que explicar un principio fundamental de la Torá. A diferencia del mundo gentil que concibe el Tiempo como una línea recta que se extiende indefinidamente, la concepción Judía del Tiempo y del calendario es que ambos son cíclicos. Con ello queremos decir que los sucesos ocurridos en una fecha dada del pasado histórico del Pueblo de Israel no son producto de la casualidad, sino el resultado de la conjunción de las características especiales embebidas en dicho día, con su contexto histórico. Por ejemplo, el mes de Nisán no es zman jerutenu – “la estación de la libertad” debido a que nuestros antepasados salieron de la horrenda esclavitud de Egipto el 15 de Nisán (Pésaj); por el contrario, el Éxodo y Pésaj ocurrieron en esa precisa fecha debido a que es una época con un gran potencial de redención (física y espiritual). Lo mismo sucede con todas las fiestas del calendario Judío: no son un mero recuerdo en el que celebramos vetustos sucesos históricos, sino un reencuentro (moed) con una coordenada exacta, previamente visitada en la espiral del tiempo. Un ejemplo de ello, es la declaración de la Hagadá de Pésaj: “Debe uno verse a sí mismo como sí hubiera salido de Egipto”.
La pregunta que ahora cabe hacerse es: ¿cuál es la raíz histórica y la característica específica de Rosh Hashaná? ¿Qué coordenada en el Tiempo es la que volvemos a visitar en esta fecha?
El rezo de Rosh Hashaná nos da la clave para contestar estas preguntas: “Hoy ha sido engendrado el mundo”. Esto significa que Rosh Hashaná toca el momento en el tiempo en que toda la Creación fue concebida y puesta en marcha, y cuando año tras año volvemos a tocar y experimentar la Voluntad original del Creador por crear y compartir Su existencia con Su Creación. Y de la misma forma como originalmente lo hizo, el Todopoderoso renueva el mundo y asigna vida y potencial a todas sus criaturas.
Festejamos cuando el año comienza y no cuando termina, debido a que, al renovarse la Creación, celebramos la asignación del nuevo potencial. El presupuesto para el nuevo año se hace con base en lo que hicimos el año anterior con el potencial que se nos dio. En Rosh Hashaná se lleva a cabo el juicio donde se nos conceden vida, salud, dinero y todas las herramientas y habilidades con las que contaremos en el año nuevo, representando nuestra fuente de bendición; de allí su gran importancia. Por ello, nuestros rezos en este día deben de estar encaminados a establecer nuestras prioridades como individuos, pidiendo a Di_s contemos en el año que comienza con las herramientas necesarias para servirle y ser felices.
Rosh Hashaná es una combinación de solemnidad y optimismo, de aquí la dualidad en el ambiente del día – miedo y gozo, juicio y celebración. Podemos ahora entender el motivo por el que nos acercamos al Día del Juicio con confianza y con un sentimiento de celebración. El juicio de Rosh Hashaná no es el de un fiscal cuyo dedo acusador nos señala. Es el juicio de un padre generoso, quien después de analizar el uso que se dio a los recursos otorgados el año anterior, evalúa y elabora el presupuesto que Su Creación requerirá para el año que empieza. Ese entendimiento nos permite reconciliar estas emociones encontradas.
Así, el juicio y el principio del año son consecuencia uno del otro. Una vez que los Sabios determinaron que en este día se asignaban los recursos con los que contaríamos (“Si éste es el día del Juicio…”), llegaron a la conclusión de que debía ser el principio del año (“…debe ser que hoy es Rosh Hashaná”).
En el primer día de Rosh Hashaná se lee la sección de “Y Dios recordó a Sará…” (Génesis 21:1-3). El Talmud revela que, a pesar de que Sará no estaba destinada a tener descendencia (además de que era físicamente incapaz de ello), en Rosh Hashaná fue recordada por el Señor con la promesa de que tendría un hijo. Este cambio en el mazal o Suerte de Sará, condensa la esencia de Rosh Hashaná. Dado que en Rosh Hashaná el cosmos regresa de cierta forma (no percibida por nosotros) a su estado original, la persona sí puede cambiar algunos aspectos de su vida predeterminados al ser concebido -su mazal- y remover cualquier limitación que ésta le presente.
SHOFAR, EL SONIDO DE LA RENOVACIÓN   Uno de los preceptos más significativos de los yamim noraim – 10 Días de Exaltación- entre Rosh Hashaná y Yom Kippur (el Día del Perdón), es el de escuchar el shofar (cuerno de carnero), que se hace sonar (un total de cien veces) durante los rezos de la mañana de ambos días de Rosh Hashaná (excepto cuando cae en shabbat).
El shofar es el instrumento musical más antiguo del mundo y que sigue siendo usado en la actualidad. La tradición nos revela que el Sonido del Shofar históricamente ha acompañado cada uno de los momentos de la Creación: 1) durante el Big Bang -la transformación del vacío (Tohu Vabohu) a un Universo. 2) durante los 40 días del Arca de Noé, en los que se destruyó un mundo y se recreó uno nuevo; 3) durante los 40 días de la Recepción de la Torá. 4) al final de la Historia, con la llegada del Mesías y la Resurrección de los Muertos
Por otro lado, los Hijos de Israel lo usaban para convocar y reunir a la gente en cada Rosh Jodesh (Luna Nueva), para llamar a la guerra, para infundir temor en el enemigo y para proclamar el año del Jubileo (yovel) cada 50 años.
La palabra shofar misma indica que es una herramienta que sirve para mejorarnos –del hebreo lehishtaper. En el momento que escuchamos el sonido del shofar, podemos implorar a D-os desde lo más profundo de nuestra alma, ya que estamos frente a Él sin ninguna barrera, aclarándonos con conciencia y enfoque, quienes somos, dónde estamos, y hacia dónde queremos ir. De este modo, el shofar nos enseña que la persona tiene la capacidad y oportunidad de cambiar y mejorar.
Cada uno de los momentos de Creación y Recreación, como sucede en Rosh Hashaná, es una reconexión con la fuente. El aliento con el que se toca el Shofar, es la reconexión de la neshamá (el alma) y la neshimá, el soplo divino que se nos insufló al ser creados.
La Torá yuxtapone en Parshat Nitzavim el concepto de Teshuvá (arrepentimiento) junto al concepto de “Libre Albedrío” (Bejirá Jofshit), a pesar de ser principios independientes (Deuteronomio 30:11-20). De aquí deduce Maimónides que es un total error pensar que estamos irremediablemente condenados a repetir el pasado, ya que por más graves que hayan sido nuestras pasadas acciones o que tan bajo hayamos caído, hay una parte de nosotros, un núcleo incorruptible, que no puede ser ensuciado ni corrompido, y que nunca puede ser afectada por nuestras innobles acciones. Por ello siempre tenemos la oportunidad de ejercer nuestro Libre Albedrío.
A pesar de las malas decisiones que hayamos tomado anteriormente, nuestra libertad de decisión y acción jamás se pierde, y siempre tenemos la posibilidad de retornar a Di_s de manera completa. A fin de lograr el arrepentimiento, la persona debe divorciarse de sus malas decisiones anteriores, concientizando que éstas no son parte de su verdadera y sagrada esencia y, por ello, no deben ejercer ningún control sobre sus acciones futuras. Y que, dado el caso de que se encuentre en una situación idéntica, no repetirá el error de ayer. Esto no significa que la persona jamás volverá a equivocarse, pero sí implica que, de llegar a equivocarse, jamás será debido a los errores del pasado, sino sólo como resultado de una nueva y errada decisión, que ha tomado el día de hoy. Esta conciencia de que los errores del pasado no son parte del presente, asegura para nosotros que el pasado no es, ni deberá ser, un factor que engendre los errores del futuro.
Como expresa el anuncio: “La persona se define por las elecciones que toma”. La belleza del proceso de la vida es que, en realidad, como arquitectos de nuestro propio destino, nos autoconstruimos poco a poco, a través de las decenas de decisiones, grandes y pequeñas, que tomamos cada día.
NUESTROS HIJOS: Si queremos que nuestros hijos aprendan sobre la maravillosa oportunidad que la vida nos da para reinventarnos, romper paradigmas, desafiar convencionalidades, y realmente crecer y mejorar, podemos ayudarles haciendo ejercicios de reflexión, así como todo tipo de actividades desde temprana edad. Obviamente, cada niño debe ser tratado de acuerdo con su nivel de madurez. Podemos profundizar con ellos:          ¿Qué sientes cuando oyes tocar el shofar? ¿Por qué crees que eso suceda? ¿Cómo te une el shofar con todas las otras personas celebrando este día? ¿Qué vas a desear para ti, tus papás y tu familia en este principio de año? ¿Cómo piensas aprovechar Rosh Hashaná para mejorarte? ¿Cuál es tu plan de acción para lograrlo? ¿Cómo te gustaría que tu familia y tus seres queridos te ayuden? ¿Cómo puedes tu ayudarles a ellos a lograr sus objetivos? ¿Cómo te gustaría que fuera el futuro? ¿Cómo te lo imaginas? ¿Qué puedes hacer tú para que el mundo mejore? ¿Qué cosas buenas hiciste durante el año que pasó con lo que Di_s te dio?
Aunque la reflexión, auto-cuestionamiento, y consiguientes cambios en nuestras percepciones y conductas, pueden hacerse en cualquier momento de la vida, el fin de un año y principio del nuevo que viene, trae consigo una fuerza cósmica (o por lo menos un subconsciente colectivo), que amplía, e incluso nos empuja, hacia la oportunidad de renovarnos.
Aprovechemos estos días para prepararnos y decidir en qué queremos cambiar y mejorar. Iniciemos el año con responsabilidad, entusiasmo y un plan; con estrategias bien implementadas seguramente lograremos nuestro propósito. Roguemos al Creador que este principio sea una nueva oportunidad para definirnos. Cuando algo empieza bien, termina bien. Si la locomotora arranca con fuerza, jala consigo a todos los vagones.
¡Shaná tová!

Desde el escritorio de la Editora

 Rosalynda Cohen

En 1958 durante el Congreso de la Organizacion Mundial de Periodistas llevado a cabo en Bucarest, Rumania se estableció el 8 de septiembre como el Día Internacional del Periodista, en honor y conmemoración de Julius Fucik, escritor y periodista checoslovaco, ejecutado por los nazis en 1943.

EDITORIAL DEL 1° DE SEPTIEMBRE

RECIENTESPOPULARES

11141

septiembre 1, 2024

NEWSLETTER

NO SE PIERDA LAS NOTICIAS SOBRE EL MUNDO Y LA COMUNIDAD

    IN MEMORIAM Z”L

    • Baruj Salinas Algazi Z’L