Salo Grabinsky
¿Por qué la definición teórica marxista del capitalismo o la Weberiana del capitalismo protestante y austero yano encajan con la realidad actual?
En primer lugar porque las guerras y crisis económicas del siglo XX hicieron trizas la concepción colonialista europea y se crearon cientos de países independientes, amén de grandes bloques ideológicos como la Unión Soviética, China y en menor grado pero muy potente “el big brother”
estadounidense que sigue imperando en el mundo. En segundo lugar la revolución informática, las redes sociales, los “start ups” y la avalancha de nuevos inventos que nos tienen pasmados y un tanto asustados por sus repercusiones en nuestra vida familiar, empresas y empleos. Y razones un tanto relegadas, pero que siguen vigentes en millones de negocios de varias generaciones:
CULTURA FAMILIAR.- El análisis de la dinámica familiar, de sus rasgos culturales, religiosos y del grado de compromiso y comunicación entre los miembros de una familia influyen fuertemente en la continuidad de la empresa familiar. Las historias familiares nos lo demuestran ya que se vuelven leyendas, algunas
con convenientes deformaciones y “olvidos” para engrandecer la epopeya del emprendedor. Sin embargo, al leerlas y conocerlas se asegura la motivación y el orgullo de las siguientes generaciones.
SENTIMIENTOS.- Ambos pensadores fueron racionales en sus ideas, viendo al capitalista de esa época como un ser explotador, ambicioso por el poder y desprovisto de emociones que no fueran las de acumular más capital. O como un hombre (generalmente masculino sin tomar en cuenta a la mujer) frío, calculador y técnicamente preparado para cumplir su función. El sentimentalismo de trascender, heredar a sucesores e impulsar la continuidad de su obra para las siguientes generaciones no era más que un asunto secundario.
La realidad es que muchos negocios familiares están demostrando que se puede ser justo y humano con la clase trabajadora y así aminorar esa lucha de clases, inculcar el orgullo, arraigo y función social de la familia y su negocio ante los demás, además de tener a la mano todas las técnicas de dirección y tecnología aplicables. Las empresas familiares italianas no se parecen en nada a la ética protestante que planteaba Max Weber sino son similares a los negocios patriarcales y altamente exitosos del oriente, en especial en China e India, casi todos guiados por reglas, unión y tradiciones ancestrales.
Todo lo anterior no quiere decir que las empresas familiares estén exentas de peligros. Por el contrario, el problema es grande y se va a acelerar por razones demográficas, de globalización y complejidad, pero la definición fría y racional del capitalismo ya no sirve para identificar al mundo de los negocios familiares que impera en este siglo. Los embates de la pandemia, del cambio climático cada vez más potentes y destructivos, así como nuevas generaciones de hombres y mujeres más preparados pero con otras actitudes y convicciones nos permiten ver un panorama muy distinto a las teorías del siglo XX. Como siempre, el ser humano ha logrado salir de crisis y guerras brutales…para meterse en otras, así que hay que ver los cambios sin precedente que nos esperan y con sentido común y en armonía con nuestros seres queridos, ver soluciones viables.