Esther Shabot

 

La fundamentalista y agresiva versión del islam chiita de los nuevos amos del país persa constituyó un importante polo de inspiración para gestar en Líbano, entre su población chiita, ese mismo fervor religioso extremo, lo mismo que las posturas políticas radicales de confrontación contra todo lo que oliera a cultura y valores occidentales. 

En estos días, la organización terrorista Hezbolá ha sido noticia en el mundo entero a raíz del ataque que sufrió presuntamente de parte de Israel, por el cual cerca de tres docenas de sus militantes murieron y aproximadamente 3 mil quedaron heridos, entre ellos algunos civiles. Se trató, como bien se ha informado, de una explosión activada a larga distancia de bípers y walkie-talkies usados por los miembros de dicha organización para comunicarse entre sí, en lugar de los teléfonos celulares comunes, desechados debido a la posibilidad de que fueran objeto de hackeo por parte de sus rivales. El susodicho ataque es un capítulo más en una larga confrontación cuyos antecedentes pueden ubicarse desde el tiempo en que Hezbolá nació como organización islamista chiita libanesa a principios de los años 80 del siglo pasado, al calor de la guerra civil libanesa y bajo la fuerte influencia del recién nacido régimen teocrático de
los ayatolas en Irán, establecido en 1979.

La fundamentalista y agresiva versión del islam chiita de los nuevos amos del país persa constituyó un importante polo de inspiración para gestar en Líbano, entre su población chiita, ese mismo fervor religioso extremo, lo mismo que las posturas políticas radicales de confrontación contra todo lo que oliera a cultura y valores occidentales. En ese contexto, y al ser el Estado de Israel una entidad política no islámica asentada en el corazón de Oriente Medio que, por principio, debía de ser homogéneamente musulmán, obligaba a desaparecerlo de la faz de la tierra como parte de una misión sagrada.

Actualmente, gracias al mecenazgo y patrocinio de Irán, Hezbolá posee una poderosísima maquinaria militar que supera en mucho a las capacidades del ejército libanés, además de que tiene igualmente un ala política, que le ha permitido ser integrante activo del parlamento nacional. Sin embargo, su activismo político tiene poco que ver con el progreso y el bienestar de Líbano, y mucho más en cambio con alcanzar sus metas mesiánicas de acabar con Israel. Su agenda fue presentada en un documento hecho público en 1985 y estaba dirigido a “Los desposeídos en Líbano y el mundo”, reproduciendo en buena medida conceptos similares a los usados por la teocracia iraní al dividir a la humanidad entre oprimidos y opresores. Estados Unidos y la URSS figuraban encabezando la lista de los malos, mientras que Israel era calificado como “la punta de lanza del imperialismo norteamericano para infligir sufrimiento a los musulmanes de Líbano”. Aquí habría que recordar que la intolerancia de Hezbolá hacia los comunistas libaneses de aquellos tiempos fue a tal grado extrema, que éstos fueron objeto de una sangrienta campaña de asesinatos que costó la vida a cientos de miembros del partido comunista libanés en
1984 y 1985.

En otro párrafo del documento se establece que: “Es tiempo de reconocer que todas las ideas occidentales acerca del origen del hombre y la naturaleza no pueden responder a las aspiraciones del hombre ni rescatarlo de la oscuridad de la ignorancia y de la falta de guía, El islam es la respuesta, sólo él islam puede traer el renacimiento del hombre, el progreso y la creatividad…”. Específicamente, al aludir a Israel se señala: “Condenamos con toda energía todos los planes para mediar entre nosotros e Israel, y de hecho consideramos a los mediadores como entes hostiles, porque su mediación sólo sirve para dar legitimidad a la ocupación sionista de Palestina… por ello, nuestro objetivo supremo es destruir a Israel y liberar Palestina”. La virulencia del odio antiisraelí y antijudío de parte de Hezbolá se hizo patente con el atentado terrorista suicida cometido por esa organización en 1992 contra la embajada israelí en Buenos Aires, y en 1994 con la voladura del edificio de la AMIA (Asociación Mutual Israelita de Argentina), que cobró casi un centenar de víctimas mortales. Éste es, a grandes rasgos, el contexto en el que se enfrentan hoy Hezbolá e Israel. Desde el 7 de octubre cuando Hamás invadió y asesinó en un día a 1,200 personas y secuestró a más de 250, Hezbolá inició el lanzamiento de misiles y cohetes hacia el norte de Israel, más o menos 8 mil hasta el momento. Desde luego, el Estado hebreo ha estado respondiendo en ambos frentes con toda dureza, y el último episodio de los bípers augura sin duda que la destrucción y el derramamiento de sangre en esa incendiada región seguirá corriendo quién sabe por cuánto tiempo más.

 

Desde el escritorio de la Editora

 Rosalynda Cohen

Rosh Hashaná es la festividad con la que se comienza el año judío, y tiene lugar en el mes de Tishrei, siendo el 1 de Tishrei correspondiente al 3 de octubre. El nombre otorgado al mes de Tishrei en la Biblia es simplemente el séptimo mes. Sin embargo Tishrei es el primer mes del calendario hebreo moderno. La razón es que
la época de otoño era muy importante para la antigua sociedad agrícola fue en Tishrei, en Rosh Hashaná que D-os concibió y decidió crear al mundo pero fue hasta nisán que D-os realmente lo hizo.

EDITORIAL DEL 1° DE OCTUBRE

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