Gutenberg, imprimió 200 biblias, como ya mencionamos. Una imprenta de la actualidad, podría imprimir miles de biblias, a un precio módico, unacalidad indudable, pero seguiría siendo una “biblia “, a pesar del tiempo que ha transcurrido.

Una de las más importantes funciones del hombre, comparado con el resto del reino animal sobre la tierra, es el desarrollo del lenguaje. Nos es imposible en la actualidad, tratar de entender, cómo el hombre más primitivo, aún no dominaba un lenguaje más allá del corporal, dándose a entender con señas y gestos. En un largo proceso, poco a poco comenzó a nombrar objetos, y en un devenir de miles de años, logró comunicarse rudimentariamente con sus semejantes, para que finalmente, en los últimos miles de años, llegara a la formación del idioma y, establecer lentamente las reglas que nos permiten comprendernos los unos con los otros. Finalmente, el hombre habló. Y a medida que los siglos fueron transcurriendo, se estableció una memoria oral que se transmitía por el uso de recordar, de una generación a otra. Historias que se contaban y establecían un proceso de continuidad en la tribu y posteriormente en el pueblo.

Naturalmente, que la memoria fallaba, y algunos detalles se perdían, mientras otros de plano, no se recordaban, y aquellas sagas quedaban inconclusas. Poco a poco, el hombre encontró una nueva veta por explotar. Y así, nació la escritura. Ya fuera esta almacenada en arcilla, en papiros o en piedra, finalmente el mensaje que se deseaba conservar y transmitir, encontró una manera permanente de llevarlo a cabo. Nos maravillamos, de como sociedades antiquísimas, llevaban anotado lo esencial de sus vidas, incluyendo cuentas, leyes e historias, inscritas de diversas maneras para transmitirlas a sus descendientes. El hombre reconoció, que era necesario aprender a escribir y naturalmente poder leer, lo que el mismo u otros habían dejado cómo un mensaje. Y así, las funciones vitales que conforman el lenguaje, finalmente quedaron establecidas. Poder hablar, ser capaces de entender a los demás, dejar inscritos los pensamientos y poseer la capacidad necesaria para poder leerlos e
interpretarlos. Poco a poco, el mundo se fue poblando, expandiendo en aldeas, pueblos y ciudades. A medida que el contacto humano aumentaba, la importancia de comunicarse se expandía y acrecentaba. Una verdadera necesidad, cuando un mancebo, desea expresarle sus sentimientos a una doncella, que no vivía cerca. Lo remediaba, escribiendo unas palabras y mandándolas a través de algún
mensajero.

Cuando el rey Hammurabi, hace muchos siglos, desarrolló las leyes o código para sus ciudadanos, lo hizo labrando la piedra, y otros artesanos o masones, duplicaron el mensaje en un limitado número de rocas. Que grandioso hubiera sido, que Hammurabi ordenara a sus secretarios, que llevaran este edicto a la imprenta más cercana, y se hicieran digamos, unas 10 000 copias. Claro que hubiera sido extraordinario. Pero, ni había imprenta, ni la gran mayoría de la población podía escribir y/o leer. Hubiera sido, un gasto monumental e inútil. Era mejor exhibirlas en determinadas ciudades, y solicitar que algún letrado, se las leyera en público a la población.

Algo semejante ocurriría con el pueblo hebreo El profeta Moisés sube al Monte a recibir de Dios, leyes, mandamientos, y toda una serie de preceptos de conducta. Son labradas con fuego en dos piedras y con ellas, desciende de las alturas Moisés, para entregarlas al pueblo. Conocemos la historia, de cómo al ver que todos se entregaron al paganismo, rompe las piedras y solo habrán de recuperarse más tarde. Y estas, no contenían toda la información. La mayoría eran instrucciones orales que se re transmitirían de generación en generación. Y cuando, el libro sagrado, es entregado al pueblo, se decide que cada semana, una persona leerá a todos, el versículo que corresponde a esos días, y seguirá repitiéndolo, como sucede, hasta la época actual. No había forma de reproducir lo escrito, para una población tan grande como la del Israel de esos tiempos.


Todos los escritos de la humanidad, hasta el siglo XV, eran reproducidos en libros, que rara vez se copiaban, y al hacerlo, solo en unos cuantos ejemplares. Y todos ellos, resguardados, como sucediera en la edad media, en las casas dedicadas al culto de las religiones. Sinagogas, mezquitas o monasterios e iglesias. Eran tan preciados estos documentos, que permanecían encadenados, para que no fueran robados
del lugar. La biblioteca de Alejandría, poseía una inmensa cantidad de pergaminos, libros y escritos de todo tipo, almacenados durante siglos. Cuando esta fue incendiada, la humanidad se dice, tuvo un retroceso de 1000 años, en su evolución y desarrollo científico. No había muchas copias, no se podían imprimir, mucho menos guardar en un USB como sucede en la actualidad. Muchos intentos se llevaron a cabo para desarrollar un sistema adecuado de impresión en papel, que pudiera ser reproducido una y otra vez, y cuyas letras de formación fueran fáciles de cambiar, o, en otras palabras, fuera móviles.

De poder lograrse semejante milagro, todo el conocimiento humano, reservado ahora en obras únicas y distribuidas por todo el mundo, se pondrían al alcance de todo ser humano, que aprendiera solamente, a leer y escribir. El sueño dorado, de una humanidad ávida de conocimientos, y qué al tener las bases en sus manos, serían capaces de modificar la estructura del mundo en el que vivían. Dejarían de ser iletrados, y se convertirían en ilustrados. Y la capacidad de desarrollo de la imaginación del hombre, con esos conocimientos, podría desarrollar un renacimiento en el mundo; en las artes y en la ciencia, y el estancamiento parcial ocurrido durante 10 siglos, lograría rápidamente cambiar su fisonomía. Johannes Gutenberg, nació en Maguncia, en lo que ahora sería Alemania. Sin querer convertir este relato, en un ensayo sobre la imprenta, vale decir que este hombre no inventó, pero si perfeccionó, lo que se dio en llamar impresión de tipos móviles. Su gran aportación fue el desarrollo de un sistema especial de fundición y aleaciones metálicas, que facilitaron la impresión. En aquel entonces se usaban móviles hechos de bloques de madera o cerámica, y fue Gutenberg quien los modificó a tipos metálicos móviles. Hizo moldes de metal de cada letra o símbolo, en los que podía verter metal fundido. Permitía grandes cantidades de reproducción de cada letra mucho más rápido que con los de madera o cerámica.

Y, se podían imprimir varias páginas diferentes utilizando las mismas letras, que se intercambiaban acorde a la frase o sentencia deseada. Una de sus primeras impresiones, fue la llamada Biblia de Gutenberg de 42 líneas. Se hicieron aproximadamente 200 copias, y existen en la actualidad solo 22 de ellas. Estaban estas limitadas a 42 líneas por página, debido al tamaño de la fuente usada, la cuál aun siendo muy grande, facilitaba que el texto pudieras ser leído con facilidad. Y así, prácticamente de la noche a la mañana, un hombre y sus colaboradores, al desarrollar la imprenta moderna de bloques móviles, cambió por completo la visión, en la transmisión del conocimiento, de un día al otro. Esto, que sucedió alrededor del año 1450, lleva ya más de 500 años de uso, con el perfeccionamiento natural, que todo proyecto científico conlleva en sí mismo.

Las imprentas del año 2022, no se parecen en nada a las de aquellos tiempos, pero, si lo analizamos con mucho cuidado, sostienen aún los principios básicos que Gutenberg
estableciera. Gutenberg, imprimió 200 biblias, como ya mencionamos. Una imprenta de la actualidad, podría imprimir miles de biblias, a un precio módico, una calidad indudable, pero seguiría siendo una “biblia “, a pesar del tiempo que ha transcurrido. No cabe duda, que este fabuloso invento, impactó al mundo. En una votación llevada a cabo recientemente, se le calificó, como el invento que más cambió a la humanidad, en los últimos 1000 años. Muchos candidatos, pelearon por el mismo; el descubrimiento de la electricidad; el aeroplano, incluso la computadora. Y al mencionar que debía de ser el gran invento en un milenio, fue precisamente la imprenta de Gutenberg, la que resultó galardonada. Si lo pensamos con cuidado, que sería de este mundo, sin los libros. ¿De qué parte, obtendría el hombre la información requerida? Muchas interrogantes. Pero, sin la palabra escrita, sin el almacenamiento de la información de los últimos miles de años, seguiríamos viviendo a la sombra del incendio de la gran biblioteca de Alejandría, y no habríamos tenido probablemente, un renacimiento como el que se vivió posterior a Gutenberg. Cada mañana, alguno de nosotros, toma en sus manos el periódico del día, que nos informa de las noticias más relevantes de las últimas 24 horas. Tomó imprimir el mismo algunas horas, para ser lanzado a los quioscos la mañana siguiente. Y si tomamos uno de estos, publicado en el Japón, tiene un tiraje de más de 8 millones de ejemplares, y esto, cada día de cada año.

Hemos progresado y superado los sueños de Johaness, pero fue su ingenio y su determinación, la que le permite a usted, querido lector, disfrutar o no, de estas líneas.

 

Desde el escritorio de la Editora

 Rosalynda Cohen

Rosh Hashaná es la festividad con la que se comienza el año judío, y tiene lugar en el mes de Tishrei, siendo el 1 de Tishrei correspondiente al 3 de octubre. El nombre otorgado al mes de Tishrei en la Biblia es simplemente el séptimo mes. Sin embargo Tishrei es el primer mes del calendario hebreo moderno. La razón es que
la época de otoño era muy importante para la antigua sociedad agrícola fue en Tishrei, en Rosh Hashaná que D-os concibió y decidió crear al mundo pero fue hasta nisán que D-os realmente lo hizo.

EDITORIAL DEL 1° DE OCTUBRE

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